Los comerciantes que acuden año tras año a la fiesta de La Tirana constituyen por sí solos, un capítulo aparte. Algunos, por las peripecias de deben pasar para llegar con sus productos; otros, por los sacrificios que hacen con tal de estar en el poblado y los más, porque sufren para pagar los permisos y obtener un margen razonable de utilidades.