Hay travesías épicas, históricas, memorables. Y otras, más prosaicas, que sólo sirven al goce de la carne y del espíritu. Entre estas últimas está la de los comerciantes y vitivinicultores de San Felipe, que -año tras año- recorren dos mil kilómetros en camión, para traer uno de los mostos más deseados de fiestas patrias: la infaltable chicha.